La mayoría de los músicos profesionales hemos sufrido alguna vez en la vida el miedo escénico. Todos sabemos muy bien en qué consiste, un bloqueo mental que se traduce en físico y que merma enormemente nuestras capacidades al enfrentarnos a un escenario. El miedo es un sentimiento muy primitivo, que no podemos evitar. Nuestro cuerpo está preparado para reaccionar ante situaciones de estrés, tales como el ataque de un animal. El problema es que no vamos a enfrentarnos a nada parecido actualmente, así que nuestra mente traslada esas situaciones de estrés primitivo a nuestras situaciones “cotidianas”.
Los músicos tenemos que aprender técnica, estética… Pero en muchos sitios se olvidan de dar énfasis a lo más importante: tocar en público y sin complejos. Si no eres capaz de compartir lo que haces, ¿de qué sirve que seas músico? Lo ideal es aprender esto poco a poco, desde nuestros inicios. Pero muchos no hemos tenido la suerte, y debemos aprender a manejar el miedo siendo adultos.
Las causas de nuestro miedo a la escena dependen de cada persona, su trayectoria, sus experiencias y su aprendizaje. Puede que se deba a una baja autoestima, a unas carencias técnicas que nos han acomplejado con el tiempo, a que hayamos aprendido a sentir este miedo desde pequeños, a la importancia que le damos a lo que los demás piensan de nosotros… La mente es muy compleja y tiene un poder tan grande que puede provocarnos hasta malestar físico, sin estar enfermos.
Aún así, la mente puede reeducarse. Por experiencia propia he aprendido que existen dos caminos para desprenderse/controlar los nervios. Un camino es a largo plazo y el otro a corto plazo.
Par conseguirlo a corto plazo, lo primero que hay que hacer es fijar el objetivo (un concierto, audición, prueba de ingreso, oposición….). Teniendo el objetivo claro, yo sigo unas fases de trabajo de manera paralela al estudio cotidiano.
- Lo primero, mentalizarse de que la sensación nerviosa va a existir, y tenemos que conseguir coexistir con ella, no permitir que nos anule. Siempre he considerado que los nervios son algo “bueno” en su justa medida, te mantienen alerta, significan que te importa lo que estás haciendo. No hay que negar el hecho de estar nervioso por una actuación, hay que interiorizarlo y hacerlo parte de uno mismo. Comprender que es algo normal. Para ello, lo mejor es imaginarse el día D. En el camerino, calentando, afinando antes de salir a escena, caminando hasta el centro del escenario y comenzando a interpretar. Y dejar que los sentimientos ocurran, darte cuenta de lo que vas a sentir ese día para que no te pille por sorpresa.
- Una vez se haya ensayado mentalmente el hecho de enfrentarse a un público (o jurado), hay que recrearlo y grabarlo. Debes reproducir todo lo que imaginas que pasará ese día, pero en el cómodo ambiente de tu casa y delante de la cámara. Cuando termines, visualiza tu actuación y escribe tus apreciaciones. Es muy importante valorar tanto lo bueno como los aspectos a mejorar, no seas demasiado crítico contigo mismo.
- El siguiente paso sería recrear la actuación ante familiares y gente que sabes que te aprecia. Sentirás algo de nervios, que te ayudarán a normalizar la situación de tocar en público.
- Por último, deberías actuar ante colegas a los que respetes por su experiencia, ya sean profesores o compañeros tuyos. Notarás que cada vez que actúas delante de alguien, tu nivel de nerviosismo disminuye.
Para conseguir mayor confianza a largo plazo, lo principal es que aumentes tu actividad delante del público. Si estás estudiando (por ejemplo) y sólo tienes un par de exámenes al año, búscate a compañeros y formad un grupo para hacer audiciones entre vosotros. Si lo conviertes en algo cotidiano, dejarás de tenerle tanto miedo. Por otro lado, céntrate en los aspectos más personales del miedo. ¿Qué afirmaciones suelen pasar por tu cabeza antes de una prueba o concierto? “Fulanito toca mejor que yo… Me sale fatal… No voy a llegar muy lejos… Ojalá tocase yo como Menganito… No tengo nivel… Es que el programa es muy difícil… No voy ni a pasar de fase… No llego ni al 5…” No permitas estos pensamientos negativos. Escribe mejor frases del tipo “He estudiado un montón de horas, no hay lugar a dudas… Si ya me sale bien en casa, no hay razón por la que no me salga hoy aquí… Llevo muchos años dedicado a esto, voy a disfrutarlo… Yo puedo hacerlo tan bien como cualquiera… Tengo mucho que ofrecer…” No te limites a decírtelo interiormente, escríbelo. Es una manera de materializar el pensamiento que te va a ayudar mucho más, aunque no te lo parezca. Sé que parecen directrices muy sencillas, pero no es tan fácil conseguir creerlas y que te ayuden.
Muchos músicos jóvenes se enfrentan hoy en día a un miedo más allá del escenario, el de no conseguir trabajo. Y éste se traduce en terror a las audiciones. Este miedo también hay que enfrentarlo de manera aislada. Hay que entender que puede ser un proceso largo, y centrarse en lo que depende de uno mismo: hacerlo bien. Hay muchas variables en la elección de una persona para cubrir una plaza, y tú como intérprete sólo puedes controlar una, así que no te martirices si no te seleccionan. Pensar el por qué, buscar excusas o autoinculparte no va a llevarte a tu objetivo: conseguir un trabajo.
Y para terminar, un último consejo que reducirá mucho tus miedos, y además es muy simple. Trabaja duro. La seguridad en lo que uno hace, y en que lo hace bien, viene también de la experiencia. Si has estudiado suficiente, no dejarás nada al azar y te sentirás automáticamente más tranquilo. Si hay un pasaje que llevamos cogidito con pinzas, algo dentro se nos va a poner en modo alerta y nos va a provocar nervios. No lo olvidéis, sólo en el diccionario la palabra éxito viene antes de la palabra trabajo.
Muchas de estas reflexiones las he sacado gracias a lo que aprendí leyendo Ejercitacion mental para musicos. Es un libro muy fresquito, fácil de leer y bien documentado.